Un día venían mis amigas a comer a casa y quería que todo quedara bonito, que pasáramos un rato de esos que se alargan entre risas y sobremesas. Así que decidí hacer un mantel.
Aquel mantel fue el comienzo de algo que no imaginaba: Crema de Clarabasa. Una forma de poner cariño en los momentos compartidos, de hacer que cada mesa cuente una historia.
Desde entonces voy lanzando pequeñas colecciones, hechas con calma, pensando en las comidas con amigos, las charlas eternas y los recuerdos que se quedan para siempre.
Porque al final, las mejores historias siempre empiezan alrededor de una mesa.